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Jesús Robles Maloof

16/05/2013 - 12:01 am

Marduk, preso político

La película Presunto Culpable, de Layda Negrete y Roberto Hernández, develó la perversa mecánica que opera tras la imputación que la policía hace de una persona como responsable de un delito. Es la mala suerte de caer en un pantano, no debes estar ahí y mientras más tiempo pasas, más te hundes. Antonio Zúñiga tuvo […]

La película Presunto Culpable, de Layda Negrete y Roberto Hernández, develó la perversa mecánica que opera tras la imputación que la policía hace de una persona como responsable de un delito. Es la mala suerte de caer en un pantano, no debes estar ahí y mientras más tiempo pasas, más te hundes. Antonio Zúñiga tuvo muy buenos abogados, la difusión y la transparencia que da una cámara que documenta lo irracional del proceso penal. No todos tienen esa suerte. La tragedia es que el sistema no ha cambiado y que Toño es el Presunto Culpable que merecía la libertad. Nuestra cultura política asigna papeles exclusivos. Muchas personas después de Toño han intentado reivindicar al Presunto Culpable como fórmula de justicia, pero ya nadie escucha. Es una historia vieja, un cartucho quemado.

El problema es que la vida en esta ciudad no es una obra de teatro y que el sistema que inicia con la detención arbitraria de un policía, termina con la tranquilidad de miles de reclusos y sus familias. Es el caso de Marduk Chimalli Hernández Castro quien fue detenido el 15 de marzo de este año, acusado de un robo a 150 metros de su domicilio en la colonia Clavería.

La acusación no tiene sentido. Una señora fue despojada de su celular y unos anillos muy cerca del domicilio de Marduk quien había acompañado a su hermana a la parada del camión. El único delito que Marduk cometió fue vestir pants como presuntamente vestía el agresor. Cuando lo detuvieron él estaba seguro que todo se aclararía. Cuando trasladaron a la víctima del robo, ella no pudo reconocer a Marduk como su agresor.

Pero Daniel Flores y Floriberto Vieyra, policías preventivos, estaban determinados. Llevaron a la víctima y a Marduk a la agencia del MP, quien no dudo en iniciar la averiguación previa con detenido. No importó que la víctima acudiera al día siguiente a desistirse. Por el contrario, el MP la amedrentó con detenerla por el delito de falso testimonio, cuestión a todas luces ilegal. La víctima, revictimizada optó por obedecer la perversa dinámica y a la fecha ella es también presa en libertad, de un proceso en el que no cree pero que sigue por miedo. Marduk es estudiante de Diseño Gráfico en la UNAM y la UACM simultáneamente, una locura que recuerdo haber cometido por algunos años al estudiar en la Ibero y en la UNAM, Derecho. Trabaja como instructor infantil en instituciones educativas. Ha representado a sus universidades en torneos nacionales de diversos deportes. Cuenta con una familia integrada y sin mayores problemas. ¿Existe lógica en asaltar a una mujer a dos cuadras de tu casa y robarle un celular y dos anillos cuando tienes una vida como la de Marduk? No.

Menos lógica existe en que la acusación de la víctima dice estar viendo su celular y observando cómo alguien de pants cruzaba la calle y llegaba por su espalda para sorprenderla. O vio su celular o vio la trayectoria de la persona. La misma víctima no reconoció a Marduk como su agresor en los dos momentos más próximos al asalto. Sólo bajo presión de los policías y el MP lo hizo. La policía dice que persiguió a Marduk, por calles y predios (justificación de flagrancia) cuando existen muchos testigos de que esto nunca ocurrió. Las grabaciones de las cámaras de seguridad no aparecen.

¿Dónde encontramos la lógica entonces? La lógica se encuentra del lado obscuro. Los policías preventivos no detendrían a personas inocentes si eso les representara un costo. Por difícil que parezca, los beneficios o premios que se les dan a los policías no están relacionados con la culpabilidad, los indicios o las pruebas recogidas a presuntos delincuentes. No. Obtienen el premio por sólo llevar a personas, tanto a los Ministerios Públicos como a los Juzgados Cívicos.

Este año he ido a los MP y a los Juzgados Cívicos en por lo menos 15 ocasiones a liberar a personas, la mayoría de ellas jóvenes, por causas tan diversas como entregar volantes de vacunación animal, por patinar, por pasear a su perro o por sujetar su bicicleta a un poste, ninguna de ellas falta administrativa o delito. Los policías actúan en tan amplia impunidad que incluso escriben en las boletas de remisión estas causas como justificación para la detención.

Una vez iniciado el proceso, parece que nada lo detendrá. Los agentes del Ministerio Público tienen muchísimos más incentivos para consignar que para liberar. Los jueces de primera instancia, rara vez otorgan autos constitucionales de libertad y condenan en casi todos los casos. Los agentes del MP y jueces que liberan son sospechosos de corrupción y prefieren la mordida menos visible, la de la reducción de la pena o un favor más disimulado. Si te detiene un policía significa para efectos prácticos, que tienes un 85 por ciento de probabilidades de ser sentenciado y pasar años en prisión. No importa si eres inocente.

Marduk es el ejemplo y así miles de personas más. Lo que es diferente es el contexto actual en que los jóvenes son de entrada, sospechosos. Desde el #1DMx la policía capitalina se ensaña con ellos. Los casos que he defendido este año, todos han sido de jóvenes. Ya en las agencias los oficiales de policía me dicen “lic. es que la cosa ya cambió. Antes a los chavos se les dejaba hacer todo. Ahora los tenemos cortitos. Aquí va a haber orden”.

No sé si exista un orden expresa, lo cierto es que existen todos los incentivos en el sistema. Un gobierno que no castiga a quien detiene a jóvenes de manera arbitraria y un sistema que premia su persecución. Lo terrible es que la libertad se reduce incluso promovida por las mismas familias de los jóvenes presos. Una tras otra, las familias intentan mostrar que sus hijas e hijos son “buenos”. Hablan de sus mejores cualidades y muestran en redes las fotografías con uniforme de enfermeras y deportistas.

Suelo decir que si el criterio es ser bien portados yo estaría preso. Si yo fuera joven difícilmente mi familia podría mostrar fotografías o narrativas edificantes. ¿Ser rebelde, mal portado o no tan buen estudiante justifica una detención? De ninguna manera culpo a las familias que en su afán de liberar a sus hijos los normalizan, los vuelven obedientes. Ahí es donde la libertad se reduce y la obediencia se impone.

Algo que poco se ha señalado de Marduk es que desde hace años es monero. Un monero muy bueno. Cómo todos crítico y mordaz. En su blog podemos ver su compromiso. Critica a los medios convencionales, al discurso vacío de Peña Nieto y la represión policiaca con la fuerza de sus dibujos. ¿Sabían los policías del compromiso político de Marduk? Yo no tengo duda. Este semana he conocido en carne propia lo que los gobiernos saben de ti en vía de intervenciones ilegales. Mientras Marduk no salga de su injusta prisión, para mí es un preso político. Un joven perseguido por sus ideas políticas.

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Jesús Robles Maloof
Defensor de derechos humanos, entusiasta de los efectos transformadores de las tecnologías de la información. Hace años decidí unir mi voluntad a quienes luchan contra la corrupción, la violencia y la impunidad. Desde integro 2010 el colectivo de activistas digitales Contingente Mx. Colaboré como Senior Lawyer en New Media Advocacy Project y actualmente soy responsable del área de Defensa Jurídica de la organización Enjambre Digital que defiende las libertades en internet.
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